Para muchas personas la Semana Santa no es el recuerdo de un hecho histórico cualquiera, es la contemplación del amor de Dios que permite el sacrificio de su Hijo, el dolor de ver a Jesús crucificado, la esperanza de ver a Cristo que vuelve a la vida y el júbilo de su Resurrección. En muchas de las iglesias se hacen obras de la pasión para recordar este acontecimiento tan importante.
La Iglesia invita a todos los fieles al recogimiento interior, haciendo un alto en las labores cotidianas para contemplar detenidamente el misterio pascual, no con una actitud pasiva, sino con el corazón dispuesto a volver a Dios, con el ánimo de lograr un verdadero dolor de nuestros pecados y un sincero propósito de enmienda para corresponder a todas las gracias obtenidas por Jesucristo. La muerte de Cristo nos invita a morir también, no físicamente, sino a luchar por alejar de nuestra alma las cosas negativas tales como: sensualidad, el egoísmo, la soberbia, la avaricia.
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